domingo, 25 de enero de 2015

Porque es su cumpleaños y vuestra preferida, de la que tanto aprendisteis



Fragmento de LAS OLAS, Virginia Woolf


El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido o cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. 

El retrato es de su hermana Vanessa Bell


Y un poema de Ana María Navales, una de las escritoras que mejor conocieron a Virginia Woolf:



ANTES DE ESCRIBIR EL POEMA

Antes de escribir el poema,
con el lápiz en la mano
y el silencio hecho palabra,
me pregunto a quién demonios
interesa si este mar
ya no es azul ni si mi vida
de hoy es la que antes era.
Y si es lamento
o violín lo que suena
ahora en mi casa.
O a quién irán estos versos
y quién se aventurará conmigo
buscando esa luz inútil
que conduzca a una salida.
Éste es un viaje
sin más brújula que el viento
ni más compañía
que este miedo y esta noche.

domingo, 11 de enero de 2015

Un poema de Sue Standing...

...sobre esta pintura de Hopper, la casa imaginada por Hitchcock


House by a railroad


Le preocupan las lilas.
Aquello que puede ser salvado,
ella lo salva:
flores secas, bisutería sin brillo,
cajas medio vacías de crema facial.
Imagina a un hombre que grita desde el tren:
¡Las frutas del verano están aquí!
El sol atraviesa la casa como el silbido
del tren. Dentro, ella espera,
frunciendo la pesada luz de la tarde.
Algunas piezas de cristal
brillan en las ventanas.
La aspidistra, que nunca crece,
arroja sombras puntiagudas a sus pies.

lunes, 5 de enero de 2015

Noche de Reyes, de Shakespeare...ah....



Esta comedia en cinco actos, narra la historia de Viola y Sebastián, dos hermanos gemelos que naufragan una Noche de Reyes, cerca de las costas de Iliria. Ambos hermanos creen que el otro ha muerto.
 El personaje principal es Viola, quien decide entrar al servicio del conde Orsino para ganar su amor y casarse con él. Con la ayuda del capitán del barco naufragado, elabora su estrategia, que consiste en disfrazarse de muchacho para insertarse en la corte de Orsino, aprovechando sus habilidades para el canto, la poesía y la música.
En tanto, el conde Orsino está profunda y obsesivamente enamorado de Olivia, una dama de origen noble, que no acepta sus cortejos y atenciones pues está de luto por la muerte de su hermano y de su padre. 


Orsino utiliza a Viola como confidente y encargada de transmitirle a Olivia sus mensajes de amor. Olivia en tanto, se enamora perdidamente del joven mozuelo, urdiendo estratagemas para que éste vuelva a su castillo. En casa de Olivia se encuentran la mayoría de los personajes secundarios de la historia, quienes son los encargados de enredar aún más esta comedia de equivocaciones. 



Toby, es el primo fiestero de Olivia y se dedica a la borrachera y al canto a costa de las atenciones de su prima. Junto con Andrés, un débil pretendiente de Olivia, y con María, dama del servicio, convencen a Malvorio, mayordomo y enamorado de su ama, de que Olivia le ama en secreto, al escribirle una carta falsificando la letra para que el obtuso empleado exprese su amor de maneras absurdas y sin sentido a Olivia. 



Adicionalmente, Toby organiza un duelo entre el cobarde Andrés y Viola, por el amor de Olivia. En tanto, aparece Sebastián el hermano gemelo de Viola en la escena. Ayudado por Antonio, un hombre perseguido en Iliria por sus fechorías, se salva de morir ahogado. A pesar del amor que Antonio siente por él, Sebastián decide arribar a Iliria para ponerse al servicio del conde Orsino, a quien conoce por comentarios de su padre fallecido. 



Todas las tramas se juntan cuando Olivia se casa con Sebastián creyendo que es Viola y Antonio es apresado por los servidores de orsino, reclamando a Viola que lo defienda y le devuelva el dinero prestado, sin comprender que no es su amado Sebastián. 



Finalmente, Viola y Sebastián se encuentran, y Orsino acepta el matrimonio de Sebastián con Olivia. En tanto que él toma como esposa a Viola. De esta forma queda todo resuelto, excepto la decepción del engañado mayordomo.