domingo, 27 de junio de 2010
De una amiga, admirada...mucho: Olvido García Valdés
A Miguel
Te habías quedado todo el día
allí, de pie, mirando las montañas,
y era, dijiste, alimento
para los ojos, corazón
quebrantado. Yo pasaba, parece,
en el atardecer,
andando en bicicleta por un sendero.
Lo cuentas y quedo contemplándolo
con esperanza, una buena esperanza
nodriza de la vejez. Yo lo llamo
dulzura, la música dulzura que conforta
o hidrata la aspereza. Algunos niños
cercanos al autismo, cuando crecen,
imprimen o padecen movimiento
constante, un ritmo de hombros
ajeno a cualquier música, latido,
circulatoria sangre propia, sin contacto.
Sólo a veces sus ojos buscan
engañosamente; no hay dulzura
ni aspereza, un sonido
interior los envuelve, sangre roja.
Contemplo las montañas de tu sueño,
busco en ellas tus ojos.
Y escruto, sin embargo, el corazón,
las junturas y médula, los sentimientos
y pensamientos del corazón. Nada hidrata.
Nada amortigua. Escrutar es áspero
y no lame. Las horas últimas
de la vigilia: sabia
la disciplina monacal que impone
levantarse a maitines. Enjugar,
sostener, confortar: mirar la noche.
Volver al corazón. Entonces ya la música
es azul, azul es la dulzura. Pedir.
De "Caza nocturna" 1997
sábado, 19 de junio de 2010
Sencillo, ¿sencillo?
viernes, 11 de junio de 2010
Me gusta el nuevo Príncipe de Asturias de las Letras
Es en ese momento cuando,en las películas púdicas, una lámpara se apaga, una puerta se cierra, una cortina se baja. Y en algunos libros,se pasa una página, pero lentamente,, como deben pasar esos minutos,lentamente, y sin otro sonido que el de una tela que tiembla.
Fragmento de EL PRIMER SIGLO DESPUÉS DE BÉATRICE, de Amin Maalouf
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