...que nos encantó desde hace mucho:
La luz de la noche, de Pietro Citati
Y un artículo que Carlos García Gual publico, sobre este libro y su autor, en mayo del 2011. En El País:
Ensayo. La luz de la noche no
trata de los grandes mitos, como dice el subtítulo añadido, sino de algunos de
los más espléndidos relatos de la tradición literaria universal, desde los
antiguos griegos a Leopardi, a través de famosos textos cristianos, orientales,
árabes, hebreos, y crónicas de Indias. Pero, como Citati recuenta esas
historias inmortales de tan largos ecos, podría acaso decirse que esa
literatura mágica espejea y recrea fulgores míticos. Escribe acerca de dioses y
héroes griegos, como Hermes y Ulises, glosa el amor de Cupido y Psique en la
novela de Apuleyo (uno de sus autores predilectos), y evoca el retumbante Apocalipsis de
San Juan, las apasionadas Confesiones de
Agustín, y los intrincados relatos de China, como la gran novela El sueño del pabellón rojo, y
el mágico entramado de Las mil y una
noches,y episodios
históricos tan trágicos como la conquista de México y de "la muerte de los
dioses" (narrada por el Inca Garcilaso), y otros famosos textos y
fantasías inolvidables. Ya había yo leído este libro (Seix Barral, 1997), pero
he vuelto a leerlo en esta nueva y excelente traducción de Díaz de Atauri con
tanto placer como años atrás. Porque en sus páginas recobramos la intensa
fascinación de esas lecturas mágicas y las releemos en una prosa entusiasta y
vibrante. Citati no sólo es un formidable lector, sino un gran relator que
conjura los encantos de estos viajes con entusiasmo y agilidad. Sin la menor
pedantería y sin lastre erudito invita a viajar por la mejor literatura, y nos
contagia ese placer viajero. Invita a compartir su admiración, su alegría
experta y jovial.
Si La luz de la noche enfoca ante todo textos fantásticos,
en El mal absoluto se dedica a evocar a los
autores de grandes novelas -sus biografías y rasgos personales- para así
introducirnos en los laberintos imaginarios de la literatura del XIX. Siempre
con cálida y sutil simpatía hacia sus personajes y sus destinos. Dibuja los escenarios
con vivo colorido y analiza la psicología de sus héroes, sin eludir la
reflexión filosófica, como ya insinúa el título del libro. (Apropiado sólo a
ciertos capítulos). Por ejemplo, Citati relata, en ágil y emotivo resumen, Crimen
y castigo yLos demonios, y luego, en contraste, lances de la
vida patética de Dostoievski, y resalta su intensidad dramática, del autor y
sus personajes, y en esa convergencia trágica (Raskolnikov implica en algo a
Dostoievski, y viceversa) nos invita a una más vivaz comprensión de vida y
textos.
Como es sabido, ciertos críticos literarios
del pasado siglo postularon un enfoque de la literatura centrado en el análisis
formal de los textos -sus estructuras y temas- augurando la "muerte del
autor". Nada más contrario a esos formalismos que esta vivaz actitud
crítica de Citati, que combina la agilidad narrativa del ensayista que escribe
en periódicos con la mirada de un experto biógrafo muy atento al contexto
histórico. Justo es recordar sus espléndidas biografías de novelistas modernos:
Goethe, Tolstói, Proust, Katherine Mansfield y Kafka. (Sólo la de Kafka está
traducida al español). En todas ellas hallamos el mismo ensamblaje vivaz de
vidas y ficciones, es decir, de lo vivido y lo inventado, del mundo real y el
imaginario. En ese juego se muestra la más auténtica y airosa hermenéutica
literaria, la que explica cómo la literatura de verdad, la de los relatos más
clásicos, enriquece nuestra sensibilidad y nuestro imaginario. Los ensayos de
Citati van en esa dirección, y reiteran ese estilo fresco, amable, pictórico,
entusiasta.
De modo ejemplar lo hace Ulises
y la Odisea. El pensamiento iridiscente. (En italiano, La
mente colorata). Admirable
comentario del gran poema novelesco que es, sin duda, el más irisado y moderno
de los textos míticos, con su versátil protagonista, el héroe taimado de muchas
tretas, y sus múltiples y atractivas figuras secundarias. Sus lances y
personajes quedan ahí retratados con seductora vivacidad que en otros libros
tienen Robinson Crusoe, o los héroes de Manzoni, Dickens, Stevenson o Henry
James.
Todo lector es un intérprete, pero hay
lectores que por su talento narrativo y su fina y fervorosa sensibilidad -como
Vargas Llosa o Claudio Magris- resultan ser guías excepcionales en nuestros
viajes literarios, en la relectura de los grandes relatos. Uno de esos maestros
de la lectura, infatigable y jovial, es Pietro Citati.
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