Siri Hustvedt
Siempre que muere un artista, su obra
comienza lentamente a reemplazar a su cuerpo, convirtiéndose así en su
sustituto corpóreo en este mundo. Se trata de un proceso, supongo, inevitable.
Al pasar de una generación a otra, ciertos objetos de utilidad, tales como
sillas o platos, pueden parecer temporalmente infundidos del espíritu de sus
antiguos dueños, pero esa condición sucumbe con bastante rapidez a sus
funciones pragmáticas. El arte, por su inutilidad intrínseca, se resiste a
verse incorporado a la cotidianidad, y cuando es mínimamente potente, parece
alentar con la vida de la persona que lo creó…
De TODO CUANTO AMÉ ( La novela que más nos gustó...hasta ahora)
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