Lo interior no está dentro
ni detrás,
ni detrás, ni está fuera,
ni delante.
Lo interior es una claridad
sin horizonte;
un deleite extendido
en el trigal del tiempo;
un gozo en el vacío
que es sombra de la vida.
Lo interior es la cuna del alfa
y el sueño del omega,
el azar de la rosa,
la profecía del sándalo.
Por el recogimiento
se sale hacia los páramos
de la fascinación,
se entra en el olvido
de los cantos del tordo,
del olor del dondiego;
el exterior y el interior
se funden
como el agua en el agua
o el aroma en el aire.
Y sólo queda un punto
voraz del infinito
donde la luz embebe
las falsas direcciones.
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