- De la quebrantadura del halcón
Como si el mar, de pronto,
venciera mi ventana, y en el muro
abriera un sol la espuma,
he salido a la calle, y he gritado
en silencio tu nombre.
¿Quién oye
morir una azucena? Mientras muerdo,
con mis pies en el polen,
todo el dedo del mar,
alguien vive, y empieza
esta noche a nacer.
Convaleciente y rota, me he mirado
y me he dicho: Ríete de tus piernas
y cree en los milagros.
Porque puedo
volver a andar sin ti, y no me caigo.
de Arte de cetrería