Cuánto tiempo transcurrido, cuánta acumulación de conocimientos inútiles, cuántas caídas y cuántas luchas hasta aprender las cuatro o cinco verdades: que no hay que preocuparse de nada, que hay que gozar el instante, que hay que amar la calma y la libertad, que hay que imitar a la naturaleza, que hay que respirar plena y correctamente... Nadie nos habló en escuelas o en universidades, en nuestros primeros años de formación, de esas verdades. Y si alguien lo hubiera hecho nos habríamos echado a reír.
Del libro: Tres tratados de armonía
* La pintura es de Benjamín Palencia
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