Dos fragmentos de Desaparecido
en Cabo Cólera, de John Berger
Aun así, sólo podemos confesar nuestra confusión y
nuestra impotencia, nuestra ira y nuestras opiniones, con palabras. Con
palabras nombramos nuestras pérdidas y
nuestra resistencia porque no tenemos otro recurso, porque los hombres están
indefectiblemente abiertos a la palabra y porque `poco a poco son ellas las que
moldean nuestro juicio. Nuestro juicio temido a menudo por quienes
detentan el poder, se moldea lentamente, como el cauce de un río, por
medio de corrientes de palabras. Pero las palabras sólo producen corrientes
cuando resultan profundamente creíbles.
[...]
Las palabras nunca son transparentes. Crean su propio espacio, el
espacio de la experiencia, no de la existencia. La claridad de la palabra
escrita tiene poco que ver con el estilo en sí. Un texto barroco
puede ser claro; un texto simple puede ser confuso La claridad, en
mi opinión, es el don de componer el espacio creado por las palabras
en un texto dado.
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