Matsúo Basho
Traducción
de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya
Nos
separaba la distancia de unas horas pero me pareció que entre nosotros había ya
más de mil ri. Yo también, escuchando el viento otoñal, me acosté en el
dormitorio destinado a los novicios. Al romper el alba se oyeron rezos, sonó la
campana y me apresuré a entrar en el refectorio. ¡Ahora a Echizen!, me dije con
brío y salí a toda prisa del templo, mientras unos jóvenes bonzos me perseguían
con papel y pinceles hasta el pie de la escalera. En ese momento caían las
hojas de los sauces en el jardín. Al ponerme las sandalias, y aparentando más
prisa de la que tenía, tracé estas líneas:
Antes de irme
¿barro el jardín hojoso,
sauces pelados?
¿barro el jardín hojoso,
sauces pelados?
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