Soneto
Nº 2 de la Segunda Parte
Así como a veces la hoja que se acerca
presurosa
le arrebata al artista el rasgo más genuino,
así a menudo recogen los espejos la sonrisa
sagrada y única de las muchachas
le arrebata al artista el rasgo más genuino,
así a menudo recogen los espejos la sonrisa
sagrada y única de las muchachas
cuando gozan la mañana, a solas,
o en el fulgor de las luces serviciales.
Y, más tarde, sólo un reflejo cae
en la respiración de los rostros verdaderos.
o en el fulgor de las luces serviciales.
Y, más tarde, sólo un reflejo cae
en la respiración de los rostros verdaderos.
Cuánto han visto los ojos, antaño, en
las cenizas
del lento apagarse de las chimeneas:
miradas de la vida, perdidas para siempre.
del lento apagarse de las chimeneas:
miradas de la vida, perdidas para siempre.
¡Ay! ¿Quién, de la tierra, conoce las
pérdidas?
Sólo aquel que cante, pero con tonos de alabanza,
el corazón nacido para el Todo.
Sólo aquel que cante, pero con tonos de alabanza,
el corazón nacido para el Todo.
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