sábado, 30 de junio de 2012

Del nuevo Premio Gil de Biedma:

JAVIER LORENZO CANDEL


Vivir en la armonía la materia del hombre,
saber hacerle espacio penetrando en las cosas
en las que hemos ido acostumbrando al cuerpo
a enfrentarse a los días, a los acantilados,
a la sed de horizonte en las vastas llanuras
que el tiempo va dejando bajo el andar. La prueba
del hombre es ser un cuerpo que madura su edad,
y con ella el dolor, para hacer poderoso
el secreto más grave. Y en el centro de todo
su voluntad, como una tierra fértil arada
donde no cabe la merma; la voluntad sublime
de hacer, con valentía, de su descubrimiento

una loma, la altura donde mostrar su hallazgo.




(Este poema está tomado del blog  Carece de sentido)

viernes, 22 de junio de 2012

Un fragmento...

...y  un homenaje: Emili Teixidor






La mejor amiga de la hormiga Miga era la jirafa Rafa.

Durante mucho tiempo las dos amigas no se conocían porque la distancia entre ellas era tan grande que no podían verse aunque se cruzaran por el camino.

La hormiga Miga, por más que levantara la cabeza, no lograba ver más arriba de las flores y los juncos del prado. Y la jirafa Rafa, por más que agachara la cabeza, no lograba distinguir una piedra de una boñiga de vaca...

miércoles, 6 de junio de 2012

Ha muerto, pero no.

RAY BRADBURY



Fragmento de Fahrenheit 451


No se puede construir una casa sin clavos en la madera. Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno. o, mejor aún, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa llamada guerra. Si el Gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por ello. Tranquilidad, Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo lowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía. Cualquier hombre que pueda desmontar un mural de televisión y volver a armarlo luego, y, en la actualidad, la mayoría de los hombres pueden hacerlo, es más feliz que cualquier otro que trata de medir, calibrar y sopesar el Universo, que no puede ser medido ni sopesado sin que un hombre se sienta bestial y solitario. Lo sé, lo he intentado ¡Al diablo con ello! Así, pues, adelante con los clubs las fiestas, los acróbatas y los prestidigitadores, los coches a reacción, las bicicletas helicópteros, el sexo y las drogas, más de todo lo que esté relacionado con reflejos automáticos. Si el drama es malo, si la película no dice nada, si la comedia carece de sentido, dame una inyección de teramina. Me parecerá que reacciono con la obra, cuando sólo se trata de una reacción táctil a las vibraciones. Pero no me importa. Prefiero un entretenimiento completo.


Fragmento de Crónicas marcianas

Esta noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva, y una voz muy triste y unas gotas sucias que caen sobre cajas vacías y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden como esos globitos de Año Nuevo, que descienden y descienden en la nada. Eso era el tiempo, su sonido, su olor. Y esta noche (y Tomás sacó una mano fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo.


Fragmento de De la ceniza volverás


Nadie podía decir lo que las brisas y los vientos suspiraban y murmuraban mientras sacudían las míseras tejas, excepto Cecy, que había llegado un poco después que la gata para convertirse en la más bella y la más especial de las hijas de la Familia –que se instalaría en el lugar–, con su talento para llegar a los oídos de la gente, de allí al interior de las mentes y de allí a los sueños; Cecy se estiró en las arenas del antiguo jardín japonés y dejó que las pequeñas dunas la mecieran, mientras el viento jugaba con el techo. Allí oyó los lenguajes del clima y de lejanos lugares y supo, por un lado, lo que pasaba más allá de la colina, o del mar, y por el otro, de un mar más lejano que tenía la edad del hielo antiguo, que soplaba desde el norte, y el eterno verano que respiraba suavemente desde el Golfo y la selva del Amazonas.